Este blog busca unicamente promocionar la figura de Vivi, una excelente actriz y una persona maravillosa a la que vale la pena conocer..




domingo, 2 de noviembre de 2008

Viviana Saccone: “Siempre estuve con los pies en la tierra”





Desde enero de este año Viviana Saccone protagoniza, junto a Mónica Ayos, Walter Quiroz y Gerardo Romano, la pieza teatral En la cama, escrita y dirigida por José María Muscari. En el camarín de la actriz se destaca una gran memoria gráfica que resume la historia de las Abuelas de Plaza de Mayo. El dato no sorprende. Protagonista de la telenovela Montecristo, en 2006, Saccone reiteró siempre su compromiso con la lucha por la restitución de la identidad de los niños apropiados durante la última dictadura militar. Tras esa exitosa experiencia televisiva, decidió rechazar la propuesta de integrar el elenco de una producción de Pol-ka y priorizó los proyectos ligados al cine y el teatro. Además de En la cama, este año se estrenó la película Paisito, de la española Ana Diez, y esta semana llega a las carteleras porteñas El cine de Maite, su primer protagónico en la pantalla grande.

¿Por qué decidió hacer un impasse en la televisión luego de Montecristo?

Se trató de una decisión personal. El de Montecristo fue un personaje maravilloso y muy fuerte en una historia muy potente. Y, además, se trató de un programa que tuvo mucho éxito. Entonces, no me era fácil encontrar placer en cualquier personaje que me propusieran para hacer en televisión. Por otra parte, tenía muchos deseos de hacer cine y teatro. Pero sabía que tenía que generar el espacio para que eso pudiera darse. La televisión puede ser muy interesante, pero quita mucho tiempo. Si es un personaje importante en una tira diaria, te lleva todo el día de todos los días. Así que cuando surgieron los proyectos de El cine de Maite y En la cama, no dudé en aceptarlos.


¿Qué la sedujo de El cine de Maite?

En realidad, me conmovió mucho la historia. Para aceptar cualquier trabajo, siempre es fundamental que me provoque algún tipo de emoción. En este caso, es una historia muy fuerte, contada con mucha ternura y esperanza. Maite es una mujer que se encierra en su mundo luego de sufrir un hecho muy doloroso, pero cuando el amor reaparece en su vida, se sube a una motorhome que heredó de su padre para tratar de cicatrizar esas heridas.


La película representa un homenaje al cine argentino, ¿cómo fue compartir el rodaje con actores como Juan Manuel Tenuta, Norma Pons, Lucrecia Capello u Osvaldo Santoro?
Fue un lujo y un placer que en mi debut protagónico en el cine estuviera acompañada, abrigada y cobijada por un elenco de primeros actores tan buenos, tan humanos. Todo se hizo más liviano. Es una película que habla sobre los vínculos, sobre el encuentro y fue casi mágico hacerlo con actores de esa talla profesional y humana. En los descansos, por ejemplo, Tenuta contaba muchas historias de teatro y esos momentos se volvían fascinantes.


¿Cómo surgió la propuesta de integrar el elenco de En la cama?
Junto con mi representante, Alejandro Vannelli, estábamos viendo qué hacer y apareció este texto de José María Muscari que me sedujo de inmediato. Además, a él le interesó que yo pudiera hacerlo, así que nos encontramos y me encantó el proyecto. Se trata de una historia muy original, con un director también muy creativo en sus criterios para la puesta en escena de la obra, que rompe con las convenciones narrativas tradicionales. Además, para mí era un desafío y una gran oportunidad porque me iba a permitir demostrar una faceta distinta.


¿Por qué?
Como dice mi personaje en un momento de la obra, somos personajes tripolares, porque somos los personajes en relación con los otros personajes, somos nosotros mismos en el escenario y a la vez somos nosotros en relación con el público. Así que tenía muchos elementos interesantes. Además mucho de lo que dicen estos personajes de forma directa y descarnada son cosas que se piensan, pero que no nos animamos a expresar. Por eso creo que el público se siente tan identificado.


¿Cómo fueron los ensayos con Muscari?
Es muy exigente y muy trabajador. Fueron ensayos de seis horas en los que sólo hacíamos un pequeño break para tomar algo. Es un director muy presente y muy atento. Hace casi un año que estamos en cartel, la obra es un éxito, ahora vamos a hacer una temporada en Mar del Plata, pero él sigue viniendo una vez por semana y siempre nos hace sugerencias corrigiendo, modificando o agregando alguna cosa que se le ocurre.
¿Qué sueños tenía cuando decidió venir desde Jeppener, su pueblo natal, hasta Buenos Aires para dar sus primeros pasos en la actuación?

Tenía muchísimas expectativas. Mi referente en ese momento era Bárbara Mujica, que me gustaba mucho como actriz, me parecía una mujer muy bella y además tenía algo que me recordaba a mamá. Mi familia trató de hacerme estudiar otra cosa, algo que me diera un futuro más seguro en el caso de que esta profesión no funcionara. Pero no, yo quería poner todas las fichas y la energía en la actuación porque quería dedicarme a esto y sabía que para eso tenía que brindarle tiempo a esta profesión. Creo que uno tiene que proyectar y soñar la meta más alta. Después, tal vez no se llegue hasta esa meta, pero por lo menos en ese intento se va a conseguir algo medianamente cercano a lo que uno aspira.


¿En algún momento dudó de poder concretar ese sueño?

Sí, y me volví a Jeppener. En realidad, no es que dudaba de no poder concretar mi sueño o de no estar a la altura de lo que se esperaba de mí en un trabajo, sino que me resultaba muy difícil quedarme en Buenos Aires. Venía de un pueblo muy chico y me sentía muy sola en esta ciudad tan grande. Necesitaba de la familia, de mis amigos. No me banqué quedarme en la Capital y me volví a Jeppener.


¿Y cómo decidió volver?
Estuve dos años allá, empecé el magisterio, intenté ver si podía ser una persona normal pero, finalmente, me di cuenta de que no, que la verdad es que amaba la actuación y que la única forma en que iba a ser feliz en mi vida era si me dedicaba a esta profesión. Así que hice de tripas corazón y me instalé de nuevo en Buenos Aires.


¿Qué recuerdos tiene de su primer trabajo televisivo, en Clave de sol?

Me acuerdo de todos los detalles de la primera escena que grabé, junto a Héctor Pellegrini y Ricardo Puente, del vestido que tenía puesto, la escenografía, hasta la letra, y eso que pasaron casi veinte años. Pero siempre tengo presente el casting, las pruebas que hicimos.

¿Cómo fue su participación en Todos contra Juan, la tira protagonizada por Gastón Pauls que tiene como eje, precisamente, a un actor que a comienzos de los 90 participó en una exitosa tira adolescente?

Me encantó el proyecto, me pareció muy divertido y muy original. Todos hacemos de nosotros mismos pero sin ser nosotros porque, en realidad, mi personaje se llama Viviana Saccone y es una actriz, pero no tiene nada que ver con la manera en que soy. Y el personaje que hace Gastón también es muy divertido, ese perdedor que quedó colgado en su momento de gloria.


¿Teme ese rasgo devorador que tiene la televisión sobre las figuras que el propio sistema genera?
Creo que la televisión puede ser muy peligrosa para alguna gente, pero la verdad es que no le temo a ese aspecto devorador. Siempre tuve mi mundo privado, que es muy importante y muy fuerte para mi vida. Para mí, siempre fue eso lo real. Todo lo demás, es parte del juego, es casi como una actuación, un rol como cualquiera que juega la gente para ganarse la vida. La fama que genera la televisión afecta no sólo a la persona en sí, sino también a todo el entorno. De pronto, uno aparece unos segundos por primera vez en un programa y pasa a ser “alguien”, que es un efecto efímero y extraño, porque en realidad uno ya es y ya era “alguien”, más allá de haber aparecido en la tele o no.


¿Cómo trató de mantener distancia de esa fama repentina cuando comenzó a tener roles protagónicos?

Hay que mantenerse en ese eje de que uno “ya es” más allá de esa explosión, o no, que vaya a tener su figura. Siempre logré tomar cierta distancia de ese efecto, porque soy muy discreta, hasta medio fóbica y no es lo que más me divierte de esta profesión. Si llego a un lugar, trato de no llamar la atención, no me siento cómoda en ese juego. Por eso, siento que siempre estuve con los pies en la tierra, siempre muy anclada en Jeppener, tanto mental como físicamente. Trato de volver todo el tiempo a mi pueblo, mi familia y mis amigos están ahí.


Sin duda, uno de sus protagónicos más intensos fue en Montecristo, ¿cómo evalúa, ese trabajo luego de dos años?
Fue una experiencia genial que estuvo rodeada de cosas muy potentes. Tenía dieciocho años de carrera en ese momento y, sin embargo, mucha gente me descubrió por primera vez como actriz con Montecristo. Se trató de un rol muy intenso, era un personaje muy conmovedor y estaba muy bien escrito.


Victoria, el personaje que usted interpretaba, presentaba aspectos complejos, ya que, si bien era la contrafigura de la protagonista, no era la típica malvada de las telenovelas.

Sí, esa complejidad enriquecía mucho al personaje porque, si bien era la contrafigura, no era la típica malvada de los melodramas, sino que era la hermana del personaje interpretado por Paola Krum, a la que había buscado durante mucho tiempo y la amaba. Eran personajes más parecidos a los de la vida real, que escapaban a los estereotipos. Esa riqueza era un placer y un estímulo muy grande para todos los actores que formamos parte del elenco de Montecristo.


Su personaje buscaba a una hermana que había sido apropiada durante la última dictadura militar, ¿cómo fue la relación con Abuelas de Plaza de Mayo?

Cuando me ofrecieron el papel, me preocupaba mucho cómo iba a ser recibido en Abuelas o en Hijos el tratamiento que el programa le iba a dar al tema. Al tratarse de historias a las que uno conoce tanto de la realidad y sobre las que me había interiorizado a través de charlas y entrevistas con nietos y abuelas, era muy movilizante saber que había personas que estaban viviendo la misma situación que mi personaje. Sé que ellos quedaron muy contentos con nuestro trabajo y espero que hayamos colaborado para generar conciencia sobre la apropiación de niños. De hecho, cuando la tira salía al aire, se acercó mucha gente a Abuelas para aportar datos y muchos jóvenes se animaron a realizar el análisis de ADN. Eso me hace sentir orgullosa del trabajo que hicimos.


Su vínculo con Abuelas siguió después de la telenovela. ¿Cómo fue la experiencia en la conducción del documental Generación robada, que se estrenará en History Channel a principios de diciembre?

Se trata de un documental que está muy bien hecho, es muy dinámico. La productora Magnetis me convocó para que fuera la cara visible y llevara el hilo conductor de las entrevistas que se realizaron a Estela de Carlotto y a otras abuelas, a los nietos restituidos y a especialistas encargados de las restituciones. El lenguaje y la forma de hacer las entrevistas apuestan a atraer a los jóvenes. El documental pone el foco en esos hijos que no aparecieron, en esos nietos que todavía se están buscando, y muestra de qué manera se trató de un plan sistemático llevado a cabo por la dictadura y apoyado por la embajada de Estados Unidos.


¿Qué motivaciones la llevan a continuar con su compromiso por la causa de Abuelas de Plaza de Mayo?

Me parece que cuando uno se involucra con alguna causa es porque cree que esa lucha es justa. En este caso, como madre diría que puedo entender en mis fibras más íntimas lo que estas madres y abuelas sufrieron al perder a sus hijos y sus nietos y por qué hoy siguen luchando y buscando recuperar la identidad de sus nietos.

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