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martes, 28 de febrero de 2012

Miradas opuesta a "Lobo"


Te presentamos dos opiniones sobre “Lobo”, la tira que emite Canal 13.


Ruido de animales salvajes
Por Demian Orosz
dorosz@lavozdelinterior.com.ar

En una hipotética fraternidad de monstruos, el hombre lobo sería compadecido por sus congéneres por el hecho de ocupar el lugar más próximo a su primera mitad. Para la imaginación humana, en cambio, es una especie de íntimo, algo así como un pariente demasiado peligroso, aterrador y al mismo tiempo fascinante debido a su proximidad.
Desde la leyenda del lobisón a Crepúsculo, la criatura ha sido solicitada muchas veces, y el desafío de crear otro hombre lobo era inmenso. No es por lo tanto un mérito pequeño que la TV argentina pueda sostener una ficción diaria que se las aguante con el tema.
Más allá de sus fuentes eclécticas (tiene algo de Hulk, de El abogado del diablo y también se nutre de un Shakespeare trivializado) y su tono de culebrón (con ese gusto por llevar a la cama a pobres y ricos), Lobo pone sobre la mesa una cuestión atrapante: las fuerzas bestiales y las pulsiones primitivas que atribuimos a la naturaleza pero que, en verdad, laten bajo la piel de los hombres. Y de las mujeres, por supuesto. Viviana Saccone encarna con nivel a Rebecca, una verdadera perra, cachonda y traicionera, en permanente intriga junto a Osvaldo Laport en el papel de Lisandro, un villano repulsivo y encantador muy bien definido como el antagonista del lobo (Gonzalo Heredia), a quien supera en crueldad.
Hasta ahora, la conversión ha sido mostrada en cuentagotas.
Eso alimenta el suspenso por saber quién es el verdadero monstruo.


El lobo no está
Por Victoria Varas
vvaras@lavozdelinterior.com.ar

La pauta era clara: hacer una novelización de la leyenda del lobisón con su margen de fantasía ya explícito en el contrato de expectación. Los televidentes sabrían, desde el vamos, que Lobo no sería una genérica ficción sino una aggiornada versión del relato licántropo que cautivó la atención de más de una generación. ¿Y entonces?
Era de esperarse que la adecuación a la tira desviara un poco la historia y que la trama se completara con secuencias ajenas a la leyenda. Pero desde que la novela arrancó el lobo apareció apenas un par de veces y sin la batería de efectos especiales que los curiosos deseaban ver. Un plano de las garras, ojos enverdeciéndose, un excedente de pelo y nada más. Eso sí, cuando el lobisón emerge, es para matar. Lástima que tampoco haya primeros planos del ataque bestial.
Muy por arriba de la historia lobuna se pondera la trama cotidiana con los núcleos repetidos hasta el cansancio: la traición de la esposa malvada, el hombre rico peleando con el valiente por el amor de la muchacha pobre que terminará siendo una heredera agraciada, la bella novia que a la larga será una ex despechada, el mejor amigo del protagonista con su fidelidad abnegada, los empleados y oficinistas con su clásica actitud cómica y desbocada.
Repetitiva y apurada, la trama fuerza los encuentros y se atropella a sí misma. Muerto el padre, a Lucas no le queda más función que ganarse a la amada. Lo que hacen todos los galanes, con lobisona caracterización o sin ella.

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